No hay alimentos malos ni buenos, sino todo lo contrario
◆ DIETÉTICA Y NUTRICIÓN ◆
NO HAY ALIMENTOS MALOS NI BUENOS, SINO TODO LO CONTRARIO
Antes de nada, ¡felices fiestas! Espero que estos días sean de vuestro agrado y podáis disfrutarlos a vuestra manera.
Todas las fiestas que rondan el mes de diciembre siempre están acompañadas de festines, cenas, dulces y todo tipo de comidas que son la imagen misma del exceso, ¿y sabéis qué? Que me parece perfecto. Son ocasiones especiales y aunque normalmente mi papel sea el de promover una alimentación saludable (como el de toda aquella persona que se dedique a esto, vaya), no pasa nada por darse un capricho ocasionalmente. Quien haya estudiado dietética o nutrición suele ganar cierto protagonismo por estas fechas porque todo lo que sea mínimamente lejano a la ensalada suele venir acompañado con algún comentario sobre la que se les va a venir encima a la que lo veamos. Al menos en mi caso suelen esperarse que me lance sobre alguien para advertirle de lo malo que es ese paté o ese jamón, a pesar de ser el primero que a la que puede se lleva un buen trozo de turrón a la boca (uno es goloso y a estas alturas no creo que cambie).
Esta contradicción entre hablar de lo importante que es comer de forma saludable y dar el visto bueno a los excesos navideños (hasta cierto punto) se debe básicamente a algo que ya he mencionado alguna vez: la comida no sólo obedece a nuestro interés nutricional, sino que también es un elemento importante en nuestras relaciones sociales. Y por fortuna nuestro cuerpo es lo suficientemente flexible para tolerar algún exceso ocasional (eso no quita que lo ideal es comer lo más sano posible: hay una diferencia entre cometer excesos ocasionales y abandonarse por completo). Por ello, cuando ofrecemos consulta, debemos buscar un equilibrio entre enseñar a comer de forma saludable y a adquirir una relación saludable con la comida, lo cual a veces puede ser difícil de conseguir (esto depende mucho de cada persona).
Por suerte, en los últimos años se ha ido asentando esta idea del equilibrio entre la alimentación saludable y la buena relación con la comida en la población, y no es raro ver en redes sociales mensajes que apoyen este último aspecto una vez llegan estas fechas, lo cual me parece fantástico, PERO.
Aunque aquí esté pecando de quisquilloso, hay mensajes que veo que me parecen perfectos y otros que no tanto, y al igual que torcemos un poco la vista cada vez que leemos o escuchamos frases como "Hay que comer de todo", a mí me pasa también con otra frase que esucho asociada a estos momentos, que es precisamente la que da nombre a esta entrada: "No hay alimentos buenos ni malos".
La elección de palabras
"Hay que comer de todo" es una frase que actualmente nos parece algo regular porque en cierto modo diluye algunas de las ideas que intentamos transmitir. Antiguamente tenía sentido, pero hoy en día "Hay que comer de todo" a menudo se entiende como que en una dieta saludable tienen igual cabida todos los productos que pueden encontrarse en un supermercado, ya sean frutas y verduras frescas o productos atiborrados de azúcar y/o grasas insanas.
De la misma forma, "No hay alimentos buenos ni malos" transmite una idea que no termina de convencerme. Obviamente esta frase está pensada para evitar que nadie se torture por haber comido un trozo de turrón o cualquier otra cosa que no se considere saludable, lo cual es bueno: es malo seguir una mala alimentación pero también lo es desarrollar una preocupación excesiva con evitar alimentos poco saludables, pero tal y como está expresado, aunque tenga un buen fin, creo que podría orientarse algo mejor.
Por ir directamente al grano, no coincido: yo sí creo que hay alimentos buenos y hay alimentos malos. No hay muchas personas que puedan poner pegas a las legumbres, a las frutas o a las verduras y no hay muchas que puedan decir que una bolsa de ganchitos sea buena (al menos desde el punto de vista nutricional). Y creo que precisamente una buena relación con la comida, más que ignorar el valor nutricional de un alimento, consiste en entender dicho valor y tratarlo de forma acorde al mismo.
Y hay alimentos que es mejor evitar o consumir con la menor frecuencia posible, como el alcohol o las carnes procesadas.
En una época en la que es difícil evitar alimentos poco saludables al hacer la compra debido a la existencia de prácticas poco honestas por parte de la industria alimentaria (y eso incluye precisamente el uso de la retórica para engañar o engatusar a los consumidores), debemos tener cuidado a la hora de transmitir ciertos mensajes porque pueden malograrse y acabar haciendo más mal que bien.
Y por eso debemos tener cuidado a la hora de escoger las palabras con las que transmitimos ciertos mensajes, especialmente en temas así de delicados, aunque entiendo que no siempre es fácil: en mi caso reviso varias veces las entradas que escribo antes de subirlas al blog y aún así no dudo que en más de una ocasión habré metido la pata y lo más probable es que me siga pasando durante mucho tiempo. Supongo que es algo que el tiempo y la experiencia arreglarán (o paliarán, por lo menos).
En cualquiera de los casos, acabo insistiendo y expandiendo un poco el punto central de este texto: no pasa nada por comer algún alimento poco saludable de forma ocasional. Y aunque lo hagamos regularmente, nunca va a ser cuestión de torturarse o sentirse mal, sino de plantearnos mejorar ese hábito y solicitar ayuda profesional si así nos hace falta. Para tener una buena relación con la comida, es imprescindible entender que lo que nos perjudica no es el consumo puntual de un dulce o un poco de embutido (por ejemplo), sino su consumo regular, pero para ello hay que estar familiarizados con los fundamentos de una alimentación saludable y con qué alimentos son saludables y cuáles no.
Con esto termino esta entrada y una vez más, ¡felices fiestas!
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