Todo sobre el huevo
◆ COCINA ◆
TODO SOBRE EL HUEVO
El huevo es uno de los
alimentos más versátiles de nuestra cocina y es tan popular que no necesita ni
que lo presente. A raíz del incidente que ocurrió hace unas semanas en el que
una tortilla poco cuajada en un restaurante causó un brote de salmonelosis, quiero
aprovechar para hablaros de él, sobre sus características, cómo cocinarlo y otros aspectos
interesantes a tener en cuenta.
Autoría: Couleur (Pixabay)
Aunque no es el único tipo de huevo que
existe, aquí hablaré principalmente del huevo de
gallina por ser el más consumido con diferencia, aunque la mayoría de puntos se
pueden aplicar a los huevos de otras especies.
Características
El huevo es el óvulo no fecundado de la gallina que
expulsa de forma recurrente, y en él distinguimos tres partes principales: la
cáscara, la clara y la yema.
- La cáscara es la parte externa que
protege al interior. Su color, aunque a menudo se piensa diferente, depende
únicamente de la especie de la gallina que lo haya puesto.
- La yema es el centro del huevo, la estructura
destinada a desarrollar el embrión de haber sido fecundado. Es donde
encontramos la grasa, el colesterol y la mayor parte de las proteínas del
huevo.
- La clara es la estructura destinada a
proteger la yema y es rica en proteínas: no contiene grasa ni colesterol.
Cuando compramos huevos, podemos tener en cuenta dos
principales aspectos: el tamaño y la obtención.
El tamaño se categoriza con letras, yendo desde la S hasta la XL (aunque por lo
general se suelen vender de las categorías M y L):
- S: < 53 g
- M: 53-63 g
- L:
63-73 g
- XL: > 73 g
La obtención se refiere sobre todo al estilo de vida de
las gallinas. Normalmente viene indicado en el envase, aunque también podemos
verlo en el código impreso en el propio huevo:
- Huevos ecológicos (el código empieza
por 0): son huevos puestos por gallinas criadas en libertad y alimentadas con
pienso ecológico.
- Huevos camperos (el código empieza por
1): son huevos puestos por gallinas criadas en libertad y alimentadas con maíz.
- Huevos de gallinas criadas en suelo (el
código empieza por 2): son huevos puestos por gallinas criadas en una nave y
alimentadas con pienso.
- Huevos de gallinas criadas en jaula (el código empieza por 3): son huevos puestos por gallinas criadas en jaulas dispuestas en recintos cerrados.
A nivel nutricional no parecen existir diferencias notables, siendo los principales factores que marcan la diferencia el sabor y la calidad de vida de las gallinas (las gallinas que ponen huevos camperos o ecológicos no sólo ponen huevos con un sabor mucho más intenso, sino que además tienen mucha mayor libertad, mejor alimentación y mejor calidad de vida en general), por lo que de comprar huevos, lo ideal sería escoger ecológicos o camperos.
Valor nutricional
El huevo es un alimento que rico en proteínas, en grasas y en colesterol, siendo este último es algo controvertido. Hace cierto tiempo se le mostró bastante rechazo su cantidad bruta de colesterol (muy alto para el límite diario recomendado), aunque a día de hoy sabemos que el contenido en bruto de colesterol de un alimento es secundario, puesto que nuestro cuerpo apenas asimila el colesterol obtenido de alimentos: de hecho, la mayor parte del colesterol de nuestro cuerpo lo produce él mismo. Es más importante prestar atención al tipo de grasas que consumimos, dando prioridad a grasas no saturadas, presentes en frutos secos, aguacate, aceites vegetales y en el propio huevo, por lo que no es un alimento a evitar en ese sentido.
Higiene y salud
En este aspecto, el huevo es algo más
peliagudo debido a la posible presencia de la salmonella, que puede encontrarse
tanto en la cáscara como en el interior del propio huevo. Esta bacteria se
reproduce a temperatura ambiente con relativa facilidad, por lo que debemos
tener cuidado a la hora de manejar el huevo. Desde la propia gallina hasta que
servimos el huevo, hay una serie de medidas que se toman y que debemos tomar
para reducir el riesgo al mínimo.
En la propia industria, una de las
primeras medidas es la vacunación de las gallinas ponedoras, para reducir al
mínimo la presencia de esta bacteria, además de la higienización de las
instalaciones (más información).
Cuando compramos el huevo, en casa debemos
seguir algunas medidas para minimizar el riesgo de infección:
- No laves los huevos: los huevos son porosos, por lo que si se limpian,
es posible que se contamine el interior con los restos del exterior. Aunque el
huevo tenga restos de heces o plumas, NO se deben limpiar.
- Refrigéralos: aunque en el
supermercado no lo hagan, en casa es conveniente refrigerarlos, para prevenir
la multiplicación de la salmonella, la cual puede multiplicarse a partir de los
5º C (y el frigorífico, por norma, no debería superar los 4º C). Si en el
mercado no se refrigera es para evitar que con el cambio de temperatura se
condense agua en la cáscara y produzca un arrastre de bacterias desde el
exterior al interior del huevo.
- Evita la contaminación cruzada:
se debe evitar que se contamine cualquier elemento de la cocina, para lo cual
se suele recomendar cascar los huevos en un recipiente aparte (y no en la misma
sartén, en la tabla o similar) y limpiarse las manos después de hacerlo. En
caso de que algún elemento haya entrado en contacto con el huevo crudo, lávalo.
- Cocínalos bien: una vez
superada la temperatura en la que puede vivir la salmonella (45º C), el riesgo
de contagio desaparece. De hecho, en la hostelería se permite el uso de huevo
fresco (al contrario de lo que se suele creer) siempre que se superen los 75º C
en el interior del producto. Otra opción es añadir ácido, ya que la salmonella
tampoco es capaz de sobrevivir en entornos muy ácidos: esta es la alternativa
para cuando se cocinan platos o salsas que requieren el huevo crudo sin
cocinar, como la mayonesa (la cual se prepara con un poco de zumo de limón o
vinagre).
- Consúmelos al momento: en el
caso de cocinar poco el huevo (huevo frito, tortilla poco cuajada,
mayonesa...), lo ideal es consumirlo al momento. Si se deja reposar mucho
tiempo, corremos el riesgo de que se multiplique y nos cause la salmonelosis al
ingerirlo. Si no puedes consumirlo al momento, guárdalo en el frigorífico, pero
consúmelo lo antes posible (idealmente en el mismo día o en el lapso de 1-2
días como mucho).
- Si lo consumes crudo, evita las cáscaras sucias: existen elaboraciones que requieren el huevo crudo, como la ya mencionada mayonesa. En estos casos, es preferible usar huevos que tengan la cáscara limpia, para minimizar el riesgo de contaminación.
Partiendo del hecho de que en la puesta ya es raro que aparezca un huevo infectado, siguiendo todos estos pasos (aunque consumamos huevo crudo), el riesgo de infección es mínimo.
La salmonelosis
La salmonelosis se contrae cuando se ingiere una cantidad
mínima de bacterias. Es decir: aunque consumamos huevo o un plato que tenga
bacterias de salmonella, no desarrollaremos la salmonelosis salvo que el número
de estas bacterias presentes sea lo suficiente alto como para sobrevivir al
entorno ácido del estómago (como ya dije, esta bacteria no soporta la acidez).
Esta enfermedad, que se suele manifestar entre 6 y 72
horas tras la ingesta del plato contaminado, suele causar diarrea, fiebre y
dolor de cabeza, aunque por lo general es una enfermedad que se suele superar
sin problemas en adultos sanos: es más peligrosa en la infancia, la vejez y en
cualquier condición que pueda aumentar sus efectos (inmunodepresión,
embarazadas, etc.). Por esto mismo, se debe prestar especial atención a la hora de
comer huevo cuando se cocine para alguien perteneciente a estos grupos.
En casa, como siempre tenemos un control absoluto sobre los comensales, es raro que suponga un problema grave, porque además el número de personas afectadas nunca será muy grande. Sin embargo, en la hostelería es un peligro más potencial, porque puede
afectar a un número muy elevado de comensales que puede incluir a personas de
riesgo, de ahí las medidas exigidas a este sector que incluyen el uso de ovoproductos pasteurizados (también conocidos como huevina) o el correcto cocinado de los huevos.
Puedes consultar más información sobre la salmonella y la salmonelosis en la OMS y en la AESAN.
Cocinando el huevo
El huevo en cocina es un elemento súper versátil y
podemos hacer mil platos con él, pero una cosa es saber usarlo y otra es
dominarlo. "Es tan inútil que no sabe hacerse ni un huevo frito" es
una expresión que escuchamos muy a menudo, pero hacer bien un huevo tiene su
dificultad en cualquier variante que escojamos, por lo que voy a describir las
muchas formas que existen de cocinarlo y cómo hacerlo correctamente:
- Cocido: un huevo bien cocido se
caracteriza, sobre todo, por su yema. Se puede dejar más o menos hecha, pero en
el momento en el que el exterior de la yema se torna de color gris o verde, ya
podemos saber que se ha cocido en exceso.
Para controlar
bien la cocción, lo mejor es partir de agua hirviendo y cocinar los huevos
entre 6 y 10 minutos (depende de cómo quieras la yema). Una vez pasado este
tiempo, pásalos por agua fría hasta que se atemperen y pélalos. Uno de los
mayores problemas de este método es que el huevo se rompa y suelte parte de su
contenido en el agua, para lo cual basta con añadir un poquito de vinagre (con
unas pocas gotas será más que suficiente).
Receta: ensalada campera
Cuece patatas y
huevos, deja que se enfríen y córtalos en cubos pequeños o en trozos que te
sean cómodos de comer. Corta una cebolleta en juliana y un par de tomates en
gajos. Cuela medio bote de judías blancas cocidas o de garbanzos. Mezcla todo y
aliña con una vinagreta hecha a partir de aceite, vinagre,
pimienta negra, orégano y comino.
- Pasado por agua: el proceso es
exactamente el mismo que para hacer huevos cocidos, pero cocinando durante 3-5
minutos según el grado de cuajado que queramos. Los huevos se deben enfriar
igual para evitar que sigan haciéndose después.
Receta: huevos pasados por
agua de desayuno
Simplemente sírvelos
con unos bastoncillos de pan tostado para mojar en la yema y disfruta de un
desayuno original.
- Escalfado: una de las formas más
complicadas de elaborar huevos, por lo difícil que es conseguir que quede en su
punto.
Las formas más
comúnes de hacerlo es en un cazo con agua o al microondas: en un cazo, calienta
agua con un chorrito de vinagre hasta que hierva. Apaga el fuego, vierte con
mucho cuidado un huevo crudo, tápalo y deja que se cocine durante 3 minutos y
sirve inmediatamente. Otro método para mantener la forma con facilidad consiste
en guardar el huevo en una bolsita hecha
con papel film y cocerlo igual.
En el microondas
basta con cocinar el huevo crudo en una taza (que debe estar tapada para
retener mejor el calor y evitar cualquier sorpresa por si el huevo explota) con
agua y un poco de vinagre (el huevo debe quedar cubierto) a potencia media-baja
durante 30-60 segundos, hasta que se vea la clara cuajada.
Receta: tosta de aguacate
y huevo pochado
Machaca un
aguacate con ayuda de un tenedor y aderézalo a tu gusto (pimienta, limón,
cilantro, etc.). Tuesta una rebanada de pan y prepara el huevo pochado. Unta el
pan con el aguacate y cúbrelo con el huevo.
- Revuelto: una elaboración comodín que
sirve para acompañar mil ingredientes que no sepas cómo aprovechar de otra
manera. La clave es conseguir que fluyan sin que estén crudos ni que estén tan
hechos que parezcan pelotillas de goma.
En una sartén
ligeramente engrasada y a fuego medio, vierte los huevos batidos y remueve
durante 30 segundos. Retira la sartén del fuego y sigue removiendo durante
otros 30 segundos. Devuélvela al fuego y sigue repitiendo este proceso hasta
que los huevos estén casi hechos por completo, aún un poco líquidos (en el
tiempo en el que los sirves se terminarán de hacer). Si los vas a salar este es
el momento y sírvelos de inmediato.
Receta: revuelto de
setas, calabacín y queso de cabra
Lamina las setas,
pica el calabacín y desmiga un poco de queso de cabra. Saltea las setas y el
calabacín, y procede a realizar el revuelto como está explicado arriba,
añadiendo el queso de cabra justo después de los huevos. Salpimenta y sirve.
- A la plancha: la única dificultad es
conseguir que la yema no se rompa al cascar el huevo. Calienta una sartén con
un poco de aceite a fuego medio-alto, casca el huevo en un recipiente aparte y
cuando la sartén haya alcanzado buena temperatura, vierte el huevo con cuidado
sobre la misma. Si la sartén es muy grande, puedes inclinarla ligeramente para
evitar que la clara se extienda mucho por la misma. Cuando la clara esté hecha,
tapa brevemente la sartén (unos 10-15 segundos deberían ser suficiente) para darle
un golpe de calor a la yema. Existe otra posibilidad, la de darle la vuelta al
huevo y dorarlo por la parte de la yema, aunque esta variante no es
especialmente popular en España.
Receta: sándwich de pavo
y huevo a la plancha
Lamina tomate y un
poco de queso (el que prefieras). Unta un par de rebanadas de pan de molde
integral con mayonesa y mostaza y rellénalas con tomate, pavo cocido en lonchas
y el queso. Pásalo por la plancha a fuego medio por el lado del queso, y aparte
prepara el huevo a la plancha. Aparta la otra rebanada de pan (la que no está
en contacto con la sartén, dórala (y hazle un agujero para la yema si quieres,
puedes usar un vaso de chupito o similar), cubre el sándwich con el huevo y la
rebanada y sirve.
Como alternativas
más saludables al pavo cocido puedes usar pechuga de pavo o pollo fileteada o
láminas de calabacín o berenjena a la plancha, por ejemplo.
- Fritos: una versión algo más fuerte que
la plancha. Cubre la sartén con un dedo de aceite (cuanto más pequeña sea la
sartén, menos aceite necesitarás) y caliéntalo a fuego medio. Una vez caliente,
vierte el huevo y deja que se fría en él, vertiendo un poco del aceite por
encima de la yema para que se cocine un poco.
Al freír, es
importante evitar cualquier resto de agua para evitar que salpique (seca bien
todos los utensilios que vayas a usar y tus manos). También es recomendable
usar una espátula o una espumadera de acero previamente calentada en el mismo
aceite, para evitar que la clara se pegue a la misma mientras manejas el huevo.
Receta: huevos rotos con
patatas fritas
Corta patatas en
paja, en gajos o en cubos. Fríelas en aceite a fuego medio-bajo hasta que su
interior esté blando. Retíralas, sube el fuego a potencia alta y cuando el
aceite alcance esa temperatura, fríelas de nuevo hasta que se doren.
Sácalas, salpiméntalas y deja que reposen en papel de cocina o en una rejilla
para que escurran el aceite sobrante. Mientras fríe un huevo.
Sirve las patatas
con el huevo frito y rómpelo al servir.
Puedes acompañar
el plato con jamón serrano, pimientos verdes fritos o un pisto, por ejemplo.
- Tortilla a la francesa: una versión de
la tortilla española elaborada sin patata. La forma más habitual es cocinarla
rellena, aunque se puede elaborar sin más.
Es un proceso tan
simple como batir los huevos (1-2 por persona) y cocinarlos a fuego medio en
una sartén engrasada hasta que cuajen.
El relleno se
puede incorporar cuando ya esté completamente cocinada o cuando le quede aún un
poco, para que se integren.
Receta: tortilla a la
francesa con relleno de atún
Pica cebolla, ajo
y pimiento verde. Sofríelos hasta que se ablanden e incorpora atún en lata (el
aceite puedes usarlo para sofreír las verduras). Remueve unos pocos minutos y
aparta.
Prepara la
tortilla a la francesa. Bate un par de huevos, viértelos sobre una sartén y
cocina a fuego medio hasta que estén casi hechos. Incorpora el sofrito sobre
una mitad, adereza con pimienta, cierra la tortilla doblándola sobre sí misma
para formar medio círculo y sirve.
- Tortilla española: un clásico de
nuestra cocina, que presenta algunas variedades más allá de si tiene o no
cebolla. El punto de cuajado, que tanto debate ha despertado en estas últimas
semanas también es algo a tener en cuenta.
Receta: tortilla campera
Corta cebolla,
pimiento verde y pimiento rojo en juliana y calabacín y patata en medias
rodajas finas (puedes incorporar las verduras y/o legumbres que quieras; no
tienen por qué ser estas obligatoriamente). En una sartén a fuego medio, cocina
todas las verduras hasta que estén al dente (hechas pero aún ligeramente duras)
y deja que se enfríen un par de minutos.
Bate huevos (2 por
persona), mézclalos con las verduras y adereza si quieres. En una sartén honda
engrasada ya caliente a fuego medio, vierte la mezcla y deja que se cocine
durante 2-3 minutos, hasta que la base se dore. Con ayuda de la tapa de la
sartén o un plato, dale la vuelta y cocina por el otro lado el mismo tiempo. El
tiempo de cocción depende del tamaño y la cantidad de huevos usados, por lo que
en caso de duda lo mejor es hacer un pequeño corte por el centro para comprobar
el punto.
- Mayonesa: una salsa que se consigue a
base de emulsionar huevo con aceite. Aunque generalmente da algo de pereza
teniendo la opción de comprarla ya hecha (que además es más duradera), saber
cómo hacerla en casa siempre es un recurso útil.
1. Mayonesa estándar: combina huevo y
aceite en proporción 1:2 (un huevo por cada 160 g de aceite, aproximadamente),
un pellizco de sal (la cual es importante para la emulsión por lo que es mejor
no saltársela) y un chorrito de vinagre o zumo de limón. Puedes usar el aceite
que quieras (girasol u oliva) o mezclarlo según lo fuerte que te guste la
mayonesa.
Empieza con el
huevo, la sal, el vinagre o el zumo y una cucharada de aceite y bate (a mano o
con una batidora eléctrica) hasta que emulsione. Añade el aceite poco a poco (a
cucharadas o en hilo fino) hasta terminarlo y que la salsa esté bien
emulsionada. Esta versión no aguanta más de dos días en la nevera.
2. Mayonesa de huevos cocidos: esta
versión, de Karlos Arguiñano, se elabora con huevos cocidos. Por cada 3 huevos
cocidos, se necesitan 100 ml de aceite, 50 ml de agua y un pellizco de sal.
Pica los huevos y bate todo hasta obtener la mayonesa (rectifica el espesor con
agua o aceite según lo necesites). Esta versión aguanta hasta una semana en la
nevera, y al haber cocido los huevos, no presenta riesgo de salmonella (es más
segura y por tanto más recomendable si se quiere llevar algún plato elaborado
con mayonesa para comer fuera de casa).
3. Mayonesa vegetal: usa el mismo método
sustituyendo el huevo por leche o bebida vegetal. Esta versión aguanta una
semana en la nevera.
4. Mayonesa tuneada: a partir de cualquier
mayonesa, se pueden obtener otras muchas salsas añadiendo ingredientes mientras
se monta o después de haberla montado.
Algunas
combinaciones resultonas son mayonesa al curry (mayonesa, curri en polvo y
cebolla picada), mayonesa al pesto (mayonesa y pesto) y la salsa tártara
(mayonesa, mostaza, zumo de limón, perejil y encurtidos picados), entre otros.
Adaptar la mayonesa a cada plato es una forma de subir el listón al cocinar.
En resumen:
· El huevo es un producto alimentario que se caracteriza por ser muy rico en proteínas. Se comercializa en múltiples tamaños (de S a XL) y en cuatro categorías diferentes según las condiciones de su puesta (ecológicos, camperos, de gallinas criadas en suelo y de gallinas criadas en jaula).
· Aunque el huevo es un alimento saludable, es posible que esté contaminado por salmonella, por lo que hay que tomar una serie de medidas para evitar su proliferación: no lavarlos, refrigerarlo, cocinarlo bien, consumirlo al momento y evitar la contaminación cruzada son las principales medidas a seguir.
· La salmonelosis es una enfermedad causada por la ingesta de alimentos contaminados con salmonella. Se caracteriza por fiebre, diarrea y malestar general, pero no suele ser letal en adultos. En caso de cocinar para personas pertenecientes a algún grupo de riesgo (niños, mayores o personas inmunodeprimidas), es importante seguir las recomendaciones indicadas arriba para prevenir riesgos.
· Existen muchas formas de cocinar el huevo: cocido, pasado por agua, escalfado, a la plancha... Es un ingrediente versátil que permite incorporar a la dieta otros como verduras y legumbres.
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