De dieta blanda
◆ DIETÉTICA Y NUTRICIÓN ◆
DE DIETA BLANDA
A pesar de que por el tiempo no lo parezca, ya estamos en otoño. Por esta época, y a medida que se vaya acercando el invierno lo veremos más, es muy habitual padecer gripe o alguna enfermedad similar: yo mismo ya he caído y precisamente a raíz de esta experiencia se me ha ocurrido que puede ser buen momento para hablar de la dieta blanda.
La dieta blanda es una dieta que conocemos desde nuestra infancia, ya que es un tipo de alimentación al que recurrimos cuando nuestro estómago no está en sus mejores momentos: al estar en un momento delicado, nos interesa comer alimentos que se digieran con facilidad y que no nos perjudiquen más de lo que ya estamos.
Y ojo: insisto en que el fin de la dieta blanda es acomodar la alimentación a un momento en el que nos resulte difícil digerir por el motivo que sea. A menudo se acude a ella para poner fin a un caso de diarrea en niños y niñas cuando lo mejor para eso es beber mucho y comer bien. Si hay necesidad por deshidratación, se debe recurrir a un suero oral bajo prescripción médica. Aquí dejo una guía más detallada sobre cómo afrontar los casos de diarrea en la infancia.
Las bases de la dieta blanda
Aunque la mayoría pueda hacerse un poco a la idea, no está de más marcar de antemano los puntos clave de esta dieta:
· Alimentos poco grasos: sin necesidad de que sean 0% grasa, suele ser recomendable evitar aquellos alimentos ricos en grasa ya que pueden resultar más complejos de digerir. Fritos, frutos secos, ultraprocesados, repostería, carnes grasas, algunos guisos, los lácteos más procesados (sobre todo quesos y postres), etc.
· Alimentos con poca fibra: aunque de normal no pueda dejar de recomendar comer más alimentos con fibra, es verdad que esta puede resultar algo indigesta. Las legumbres, los frutos secos y los cereales integrales (pan, pasta y arroz) pueden ser algo molestos cuando estemos sufriendo alguna molestia estomacal, por los que hay que consumirlos con cuidado o reducirlos acorde a nuestra tolerancia.
· Alimentos cocinados: cuanto más cocinado, más fácil de digerir. Esto no sólo incluye carnes y verduras, sino frutas también. Aquellas más fibrosas pueden ser más fáciles de tolerar si se cocinan al vapor, al microondas o a la plancha previamente.
· Sin estimulantes: algunos ingredientes y especias pueden ser causa de irritación. Los picantes, la cafeína (café, refrescos y bebidas energéticas), el ácido (cuidado con las frutas cítricas), el alcohol y las bebidas con gas son unos pocos ejemplos.
Aunque en menor medida, los estímulos sensoriales también pueden tener algo de efecto: al igual que un buen olor puede abrirnos el apetito, uno malo puede cerrárnoslo, por lo que hay que tener cuidado con olores, sabores, texturas y temperaturas que puedan resultar molestas o incómodas.
· Comidas fraccionadas: para evitar sobrecargar el estómago, es más recomendable comer más veces a lo largo del día pero en menores cantidades.
· Cada persona, un mundo: por supuesto, la tolerancia depende de cada caso. La gravedad de la enfermedad, la resistencia de la propia persona, sus hábitos regulares y hasta su entorno pueden afectar a cómo de bien le sienta la comida, por lo que se pueden ajustar según la persona enferma lo tolere o vaya progresando.
Como nota a destacar, la dieta blanda no es una dieta que se centre exclusivamente en seguir una alimentación 100% saludable: es una dieta de uso puntual que busca facilitar la ingesta a una persona que tiene problemas para comer de forma normal, por ello se dan ciertas transgresiones con lo que a menudo solemos recomendar como centrar nuestra atención en productos vegetales, integrales y ricos en fibra. A medida que la persona afectada se vaya recuperando, lo ideal es que vaya volviendo a una dieta equilibrada regular.
Los alimentos
Aunque con la explicación anterior he cubierto a grandes rasgos en qué consiste la dieta blanda, no está de más repasar algunos grupos de alimentos, para señalar cuáles son mejores o más recomendables.
· Carnes: lo mejor sería optar por carnes magras como pechuga de pollo o pavo y algunos cortes como lomo de cerdo o ternera. Cualquier otro corte que se haya limpiado de grasa previamente puede ser igualmente válido. Sigue siendo ideal evitar las carnes procesadas como los embutidos y los fiambres, aunque el jamón cocido puede ser otra alternativa muy bien tolerada (aunque hay que prestar atención a la etiqueta para saber si lo que comemos es carne o almidón).
· Pescados: por su menor contenido en grasa, los pescados blancos como la lubina, dorada, merluza, bacalao... son más fáciles de digerir.
· Verduras, hortalizas: aunque depende mucho de la tolerancia personal, en los casos más agudos de molestia intestinal es evitar las más fibrosas y las ácidas. Pero la mayoría de verduras y hortalizas cocinadas no deberían suponer mucho problema.
· Frutas: la más sencilla sería el plátano, que por su textura y sabor es muy fácil de digerir. Las frutas más fibrosas pueden resultar algo pesadas, por lo que servirlas cocidas, al vapor, a la plancha o en compota puede ser una opción. Con las ácidas es mejor ir con cuidado, y servirlas en cantidades moderadas, atendiendo a la tolerancia personal.
· Legumbres: como son tan fibrosas, pueden resultar algo pesadas. Si se sirven, es mejor hacerlo en cantidades moderadas y evitando sus acompañantes habituales como el chorizo y la panceta, por su contenido en grasa que hará el plato incluso más indigesto. Las legumbres peladas pueden resultar más sencillas de digerir, pero por lo general es suficiente limitarse a una menor cantidad y acompañamientos que no sean muy grasientos.
· Frutos secos: al ser tan nutricionalmente densos (son muy ricos en fibra, proteína y grasas), pueden resultar muy indigestos, por lo que quizá sea mejor evitarlos o consumirlos en cantidades muy moderadas.
· Cereales: como ya mencioné, a mayor refinado, mayor facilidad de digestión, por lo que el pan, la pasta y los arroces blancos suelen ser la primera opción, pero si una persona está acostumbrada a consumir cereales en formato integral, puede llegar a tolerarlos sin problema incluso cuando tiene el estómago sensible.
· Lácteos: por su contenido en grasa y en lactosa, lo mejor es evitarlos o recurrir a versiones desnatadas o sin lactosa. Los yogures y los quesos frescos pueden ser de las opciones más tolerables, y con algo de fruta picada pueden ser una buena opción a tomar a mediodía o de merienda.
· Bebidas: en contra de lo que se suele pensar, algunos refrescos como el Aquarius o la Coca-Cola no son realmente beneficiosos en la gastroenteritis o en condiciones similares. Como ya indiqué al principio de esta entrada, en caso de una deshidratación, se debe recurrir a un suero oral (que se vende en farmacias), y de no necesitar suero, es suficiente con agua y una alimentación apropiada. Los refrescos, como siempre, están desaconsejados y es mejor reservarlos para momentos muy puntuales.
Ideas para el menú
Por todas estas limitaciones, pensar en qué comer puede volverse una tarea algo tediosa, porque si en el día a día ya cuesta, cuando se nos ponen tantas reglas es normal tener que pensar para dar con alguna opción.
Una vez más, nuestra propia tolerancia es un factor a tener en cuenta, por lo que según la misma podemos tener más o menos libertad a la hora de cocinar, pero siempre hay una serie de opciones básicas de las que partir:
1. Sopas:
La opción más obvia, que además permite hidratarnos con facilidad. Cualquier sopa vale, siempre que no lleve nada especialmente pesado: puede ir con verduras cocidas, un puñado de arroz... En esta entrada detallo cómo hacer caldos y sopas caseras.
2. Cremas:
Un plato más contundente que la sopa, que consiste en cocinar verduras (puedes cocerlas, saltearlas o asarlas) y triturarlas con un poco de agua o caldo. Para darle un poco de cuerpo, se le puede añadir un poco de leche, queso o yogur si tu estómago te lo permite.
3. Vegetales:
Además de en sopa o en crema, la mayoría de verduras cocinadas son perfectamente aptas para la dieta blanda. Se pueden cocer, saltear o asar: no tienen mucho más misterio, aunque también es posible elaborar algún otro plato como albóndigas o hamburguesas vegetales para añadir algo de variedad (pero si se acompañan con alguna salsa, lo mejor es evitar aquellas más grasientas o ácidas como la mayonesa o el kétchup, por ejemplo).
4. Carnes y pescados:
Al igual que las verduras, se pueden cocer, saltear, cocinar a la plancha o al horno o servirlos en forma de albóndigas o hamburguesas. Como acompañamiento, se pueden servir verduras cocinadas, algo de arroz cocido o ambas.
El huevo no suele dar ningún problema y la tortilla a la francesa suele ser un plato rápido y simple, pero si se hace (al igual que si se hace un revuelto, una tortilla o cualquier otro plato con huevo), es importante asegurarse de que el huevo está completamente cuajado para evitar cualquier bacteria que pueda empeorar nuestro estado.
5. Arroces y pastas:
Cualquier elaboración que no use ingredientes muy grasos o pesados es válida, aunque con la pasta yo recomendaría algo de cautela si se usa tomate triturado: si no se cocina lo suficiente, puede resultar algo ácido.
6. Fruta:
Como ya mencioné, depende de la fruta. Las más fibrosas como la manzana pueden prepararse en compota, pero una forma más sencilla es hacerlas a la plancha y servirlas con un poco de canela (córtala en rodajas gruesas y pásala por la sartén, no tiene mayor complicación). También se pueden asar: basta con cortarlas por la mitad o descorazonarlas y hornearlas unos 15-30 minutos (el tiempo depende de la manzana). También se pueden asar al microondas (unos 15 minutos a 600 w, aunque lo mejor es hacerlo en tandas de 5 minutos y ajustar según cómo se vean para evitar que se quemen).
Las frutas más ácidas también se pueden cocinar brevemente o acompañar a otras frutas para evitar que tanto ácido resulte molesto.
7. Postres y meriendas:
Como en estos casos es habitual tener poco apetito, puede ser recomendable dividir las comidas y tomar algo a media mañana o a media tarde, por ejemplo. Un sándwich con un poco de hummus (si no resulta muy indigesto) es una opción, pero también se puede recurrir a algo más dulce combinando yogur con fruta picada, chocolate rallado, un poco de avena y/o frutos secos picados si tu estómago está por la labor (al ser cantidades pequeñas, la tolerancia es mayor). El queso fresco con fruta también es un clásico: en este caso lo ideal es o bien usar fruta tierna o madura o bien cocinarla de algún modo.
Los postres lácteos como flanes, natillas y similares pueden sentar mejor o peor dependiendo de la persona, pero no dejan de ser productos lácteos (aún conservan la grasa de la leche) con varios añadidos como otras grasas y azúcares, por lo que es mejor guardar precaución con ellos (obviamente no son recomendables, pero como dije, la dieta blanda busca principalmente evitar problemas estomacales derivados de la digestión).
- Como mejor se digiere la comida es cocinada, y esto se aplica por igual a la fruta: aunque a menudo se coma cruda, en casos así cocinarla puede facilitar mucho su ingesta.



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